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ISSN 1989-4163

NUMERO 09 - ENERO 2010

 

La Segunda Oportunidad

Beatriz Rodríguez

APOCALIPSIS:

Voy a hacer un mundo nuevo. Estas son palabras ciertas y verdaderas.

Bien. Hecho está: Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin; a la que tenga sed, Yo le daré del manantial del agua de la vida gratis. Esta será la herencia de la vencedora: Yo seré Dios para ella y ella será hija para mí. Pero las cobardes, las incrédulas, las abominables, las asesinas, las impuras, las hechiceras, las idólatras y todas las embusteras tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre que es la muerte segunda.

 

GENESIS:

De nuevo en el principio, creé los cielos y la tierra. La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo y Mi propio viento aleteaba por encima de las aguas.  Dije: Haya luz y hubo luz.  Vi que estaba bien y la llamé luz y a la oscuridad noche. Y atardeció y amaneció y fue el día primero.

En los días sucesivos, a Mi voluntad, hice el firmamento y las tierras y los mares. Y de nuevo vi que estaba bien.
También dije que la tierra produjera vegetación y hierbas que dieran semillas y árboles que dieran frutos. Y así fue.
Y además dije: Haya luceros en el firmamento celeste que valgan de señales para solemnidades, días y años y valgan para alumbrar sobre la tierra. Bullan las aguas de animales vivientes  y revoloteen aves sobre la tierra contra el firmamento celeste. Y creé los grandes monstruos marinos y todo animal viviente, los que serpean y los que vuelan por el firmamento. Y los bendije diciendo: Sed fecundos y multiplicaos y henchid las aguas de los mares.  También dije que la tierra produjera animales vivientes de cada especie: bestias, sierpes y alimañas. Y vi que estaba muy bien.

Finalmente me dije: Haz al ser humano a tu imagen y semejanza. Y así,  con el polvo del suelo  y el agua de un manantial que brotaba de la tierra, formé a la mujer e insuflé en sus narices aliento de vida. Resultó ser así la mujer un ser viviente.

Y luego me puse a plantar un jardín en Edén, al oriente. La mujer me miraba y allí la coloqué. Hice brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a la vista y buenos para comer y, en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. Y allí dejé a la mujer para que labrase el jardín y lo cuidase. Y le impuse a la mujer este mandamiento: De cualquier árbol del jardín puedes comer, especialmente del árbol de la ciencia del bien y del mal.

Luego Me dije: No es bueno que la mujer esté sola. Voy a darle una ayuda adecuada. E hice formar a todos los animales del campo y a todas las aves del cielo y los llevé ante la mujer para ver cómo los llamaba y para que cada ser viviente tuviese el nombre que la mujer le diera. La mujer puso nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a los animales del campo, mas para la mujer no encontré una ayuda adecuada. Entonces hice caer un profundo sueño sobre la mujer  y ella se durmió.  Por Mi parte decidí bendecir este séptimo día y lo santifiqué porque en él, cesé Mi obra creadora.

Al amanecer del octavo día, la mujer despertó y dio comienzo su tarea.

 
 

Margarida

Foto: Margarida Delgado

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